Nací oyendo decir a mi madre que el que no es agradecido, no es bien nacido -esto último no entendía muy bien qué quería decir- pero no tuve que preguntar porque me lo fue enseñando con su vida y sus "gestos" de los últimos años hasta el final.
Sin embargo, un catedrático de la Complutense que me dio clase nos contó en privado que cuando empezó la guerra civil él era muy joven y un amigo suyo -que también llegó a ser catedrático- le preguntó al verlo temeroso: ¿has hecho muchos favores? Y le contestó. No. Su amigo le dijo: "entonces, no tengas miedo".
En apoyo de esto, que cuando lo oí me conmocionó, creo recordar que hay una corriente de psicología que trata, entre otras cosas, de constelaciones familiares, creada por un jesuita alemán, que dice que las relaciones humanas tienen que ser muy equilibradas e igualitarias para que funcionen y que debe evitarse "hacer favores siempre unilaterales", o "poner más" en la relación porque, inconscientemente, nunca "perdonamos" estar en deuda con quien nos ha hecho un favor o nos ha ayudado. A estas alturas de mi vida, puedo afirmar con bastante contundencia que esto es cierto en muchos casos, en la vida laboral, personal, afectiva, etc, etc.
No obstante, prefiero vivir por querencia a quien me lo enseñó y también por estética, según lo que aprendí con mi madre, aunque la relación sea totalmente desproporcionada a mi favor. Es mucho más hermoso ser agradecido y saber recibir -que no es fácil- gestos de amor.
Por eso, me siento feliz como Serrat porque me quieren mis amigos y por tener cada vez más y mejores.
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