Querido Juan Sisinio:
Gracias por mandarme la carta de Concha. Estoy de acuerdo con lo que dice.
A diferencia de la zona de Concha, en la mía, también rural, el esfuerzo de los maestros era para que todos -niños y niñas- estudiáramos. No sé por qué, es verdad, en el grupo de mi edad estudiamos bachillerato fuera, en los internados, más niñas que niños; cuando me parece que en las zonas urbanas era al revés: se potenciaba más que estudiara el niño (supongo que porque las niñas, cuando se hacían mujeres, se casaban).
Imagino que tendría que ver con que los chicos podían heredar oficios, fincas y/o negocios de sus padres.
Estoy con Concha en lo importante que es la educación en estos colectivos. Lograr la complicidad de los distintos grupos sociales para que apoyen la educación es el presente imprescindible y el futuro necesario. No hay otro. Ya sabes que sigo "empecinada" en que se retome el entusiasmo porque los niños y adultos -todos- aprendamos hoy. Hay que hacer campañas de mentalización social, aunque sea llevando camisetas con leyendas como "Aprender hace la vida más fácil" o "Aprender es lo más de lo más" o "Se moderno aprendiendo" o cosas así. Se vive más y mejor -incluso parado o subempleado- cuando se tienen más recursos y se sabe más.
Pero creo que no todos los niños deben aprender lo mismo, ni de la misma forma. En mi época (1958 parvulitos -1973 COU) también había muchos compañeros a los que les costaba mucho estudiar; que no aprobaban, aunque su esfuerzo era enorme como pude presenciar. Y ello pese a la gran motivación suya y de sus familias.
Colaboré en muchas ocasiones, junto con otros compañeros, para estudiar con ellos porque nos lo pedían los profesores y, ya entonces, me parecía injusto que les costara tanto entender y asimilar lo que aprendían, siendo niños como nosotros. Me daba cuenta de que éramos todos diferentes y no llegaba a comprender por qué nos exigían a todos lo mismo, viendo lo que ellos sufrían.
Entonces no se hablaba de "fracaso escolar"; pero supongo que hoy habrían estado incluidos en ese grupo de los que oficialmente "fracasa"; cuando sabemos que los que fracasan no son ellos, sino los planes de estudios más "igualadores" que "igualitarios" como pone de manifiesto el hecho de que el resultado final es que agudizan las desigualdades que pretenden evitar.
Es más caro, políticamente incorrecto y me temo que socialmente inaceptable -porque se identifica, tal vez erróneamente, integración e igualdad con uniformidad-; pero hay que enseñar teniendo en cuenta las diferencias de los niños, sin ninguna duda. Tal vez no todos puedan, deban, ni quieran aprender lo mismo ni, desde luego, de la misma manera. Lo tengo meridianamente claro.
Te cito el caso de un familiar, que siendo buenísima estudiante en casi todo, dejó el bachillerato, descorazonada, porque se empeñaron en que aprendiera trigonometría y le costaba entenderla. No creas que no tuvo delito la cosa, por decirlo finamente. Podría haber sido una magnífica estudiante y haber brillado después en cualquier profesión universitaria, si hubieran sido flexibles con ella (sólo eran unas cuantas lecciones dentro de la asignatura y no consintieron en aprobarla). Por poner un ejemplo cercano y no hablar en un plano sólo teórico. Tengo más ejemplos recientes y dolorosos para mí entre mis próximos y familiares.
No se si viste el vídeo que te mandé del proyecto SEED, el internado que está cerca de la Casa Blanca, en un distrito de población marginal, para cuyo acceso no existe selección de cerebros. La admisión es por sorteo entre los que quieren ir. De sus alumnos se gradúan en la Universidad el 95 % de los que finalizan el bachillerato, que, a su vez, son el 90% de los que ingresan en el colegio SEED. El número de plazas es 375 y está financiado por empresas privadas y fondos públicos. En la zona del colegio de la que proceden los alumnos hay población en su mayoría negra y sólo finalizan el bachillerato el 5 % de los que están escolarizados. Las proporciones hablan por si solas. Los alumnos están en el internado de domingo por la noche a viernes a la hora de comer que se van a su casa.
Es lo mejor que he visto, sin ninguna duda. Me hizo llorar de la emoción y corrobora completamente lo que llevo sosteniendo toda mi vida.
En fin, Sisinio, que felicites a Concha de mi parte.
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